Encontrar la entidad de juego.

  Hace tiempo que Argentinos no sabe a qué juega. Desde el sentido más teórico del análisis del fútbol, un equipo apuesta a ganar empleando determinada estrategia. Por ejemplo, en 2010, se tenía bien en claro qué métodos se utilizaban y cuál era el plan a seguir para obtener los tres puntos. El final del aquel Torneo Clausura lo conocemos todos.


  Pero, ¿cómo se construye la identidad de juego? ¿Es posible crearla? Sí, pero es imposible determinar cuánto tiempo demora generar una idea de juego propia, y que todas las partes (jugadores, cuerpo técnico e hinchas) se comprometan y adapten a ella. Generalmente, la identidad de juego está marcada por la historia, y los triunfos o éxitos que se han obtenido en tiempos pasados.

  Cuando decimos “ese equipo sabe a qué juega”, significa que el arquero, el defensor, el volante o el delantero saben cómo moverse, qué movimientos benefician al equipo y a la idea que practica, el entrenador sabe qué indicar y cuándo indicar, el hincha sabe esperar y deduce en qué momento llegará el gol o tal jugada o tal cambio de jugador. Casi como algo místico se produce un acuerdo tácito entre todas las partes comprometidas.

  No existe una manera clara, concreta o explícita de cómo generar una identidad. Requiere de tiempo, un valor que en el fútbol argentino (y en la vida en general) escasea. Precisa de una conjunción de elementos que favorezcan a la unión de las partes, dentro y fuera del campo de juego. Porque la identidad de juego no se limita a las líneas de cal, se expande al vestuario, a la concentración, al campo de entrenamiento, al banco de suplentes, al clima en las tribunas.

  Sin forma de ser, sin conocer el cómo, todo es más difícil. Intentando, entrenando, ganando, perdiendo, el Bicho hace tiempo no reconoce un estilo de juego. Tiene recursos, tiene material, requiere de tiempo, trabajo, insistencia en una misma idea de juego para encontrar esa bendita identidad que hace largo rato perdió. Hablando en términos musicales, quizá el problema no esté en los músicos, ni el director de la orquesta, sino en el tema que se quiere interpretar.

Por: Alejandro Giordano (@AleGiordano11)